viernes, 26 de octubre de 2012

EL ENANITO NUEVE:
Era pequeño y saltarín. Su nariz era chata y sus pequeños y vivarachos ojillos te hacían sonreír cada vez que los observabas. Vivía en unas colinas arenosas y solitarias, donde había construido su pequeña y acogedora casa. Un día pasó por allí un niño llamado Manuel y descubrió el hogar del enano. Manuel  le contó al enano que se había perdido y que quería volver con su madre. El tierno enanito escuchó muy interesado con sus grandes y puntiagudas orejas el relato del niño. Seguidamente Nueve, que así se llamaba el enanito, le dijo que tenía el poder de conceder nueve deseos. El niño el alegró mucho y deseó volver a su casa sano y salvo. El  sabio Nueve movió una palanca y el niño cayó por una trampilla. Segundos después, este observó que se estaba deslizando por un por un tobogán. Cuando el tobogán llegó a su fin, Manuel descubrió sorprendido que estaba en la puerta de su casa. Su madre, cuando lo vio, se puso muy contenta. A partir de ese momento vivieron felices y comieron perdices gracias a los ocho deseos que les tenía que conceder el enanito.
ELENA 6º A.

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